Dios mío, conviértenos en idiotas

Dios mío, conviértenos en idiotas y otórganos la felicidad verdadera. Haznos creer en Barack Obama, en Domingo Strauss-Kahn, en Nicolás Sarkozy, en Hansel y Merkel, en Silvio Berlusconi, en monseñor Rouco Varela, en Hugo Chavez, en Mariano Rajoy o, al menos, en José Luis Zapatero y en Alfredo Pérez Rubalcaba.

La lectura como ejercicio de estupidez

Si deseamos una sociedad culta y dinámica, debemos ser conscientes de que descifrar las palabras de un texto no lo es todo en la lectura. Cuando un adulto o un niño lee un libro es muy importante la forma en que establece su relación con lo que dice el texto que, al fin y al cabo, viene a constituir un vehículo para tomar contacto con los pensamientos del escritor.

Powered by WordPress.com.

Up ↑